Municipio
Una placa recuerda el trágico final de la escultora enamorada de Juan Ramón Jiménez
29 de Julio de 2010. 13:21
- Nota de Prensa Ayto. Las Rozas
El alcalde de Las Rozas, Bonifacio de Santiago, acompañado, entre otras personalidades, por el presidente de honor de la Fundación Marazuela, Luis María Anson, y por el patrono Antón García Abril, ha descubierto una placa en la sede de la Fundación (Faro, 4) que conmemora el trágico fallecimiento en ese mismo lugar de la joven escultora Marga Gil Roësset. El acto contó con la presencia de numerosos concejales.
El alcalde de Las Rozas, Bonifacio de Santiago, acompañado, entre otras personalidades, por el presidente de honor de la Fundación Marazuela, Luis María Anson, y por el patrono Antón García Abril, ha descubierto una placa en la sede de la Fundación (Faro, 4) que conmemora el trágico fallecimiento en ese mismo lugar de la joven escultora Marga Gil Roësset. El acto contó con la presencia de numerosos concejales.
En la placa conmemorativa se recuerda la historia del final de la joven: Enamorada de Juan Ramón Jiménez y rechazada por el poeta, se suicidó por amor en esta casa el 28 de julio de 1932 a los 24 años de edad. Esta joven escultora, como queda documentado tanto por su diario personal como por poemas y cartas del poeta de Moguer, se enamoró de él seguramente mientras esculpía las cabezas de su esposa, Zenobia de Camprubí, y del propio poeta. De niña había enviado a Zenobia, traductora de Tagore, un cuaderno de poemas escrito por su hermana Consuelo e ilustrado por ella misma.
Pasados los años, Marga (llevaba el alma fuera, el cuerpo dentro, en palabras de Juan Ramón) siguió enamorada del autor de Platero y yo. Era un ejemplo de vitalidad exaltada, de voluntad constante, de capricho enérjico. Se deshacía las manos, se caía, se hería. Se iba ya de noche, corriendo. Siempre corriendo, escribió el poeta.
La misma mañana de su muerte Marga dejó en casa de Juan Ramón las 68 páginas de su diario. El poeta no abrió el paquete en el momento porque no creyó que fuera nada importante. Lo leyó al día siguiente, a su vuelta de Las Rozas, cuando todo había pasado. Los hechos, según narración de una prima, fueron así: Marga cogió un taxi, fue a casa de mis padres, en Las Rozas, le pidió las llaves a la guardesa, subió al dormitorio, escribió unas cartas y se pegó un tiro. Los destinatarios de las cartas fueron su hermana Consuelo, sus padres y Zenobia.
La prensa de la época tituló la noticia como Una señorita se suicida en un hotelito en Las Rozas, Señorita muerta, Suicidio de una señorita Ha sido una cosa horrible, un disparate enorme. Esto ya es para toda la vida, comentó Juan Ramón. Hago esto -escribió la joven a sus padres- porque siento que nunca podré ser feliz. Así acabó una joven pasión amorosa que no fue correspondida.
En la placa conmemorativa se recuerda la historia del final de la joven: Enamorada de Juan Ramón Jiménez y rechazada por el poeta, se suicidó por amor en esta casa el 28 de julio de 1932 a los 24 años de edad. Esta joven escultora, como queda documentado tanto por su diario personal como por poemas y cartas del poeta de Moguer, se enamoró de él seguramente mientras esculpía las cabezas de su esposa, Zenobia de Camprubí, y del propio poeta. De niña había enviado a Zenobia, traductora de Tagore, un cuaderno de poemas escrito por su hermana Consuelo e ilustrado por ella misma.
Pasados los años, Marga (llevaba el alma fuera, el cuerpo dentro, en palabras de Juan Ramón) siguió enamorada del autor de Platero y yo. Era un ejemplo de vitalidad exaltada, de voluntad constante, de capricho enérjico. Se deshacía las manos, se caía, se hería. Se iba ya de noche, corriendo. Siempre corriendo, escribió el poeta.
La misma mañana de su muerte Marga dejó en casa de Juan Ramón las 68 páginas de su diario. El poeta no abrió el paquete en el momento porque no creyó que fuera nada importante. Lo leyó al día siguiente, a su vuelta de Las Rozas, cuando todo había pasado. Los hechos, según narración de una prima, fueron así: Marga cogió un taxi, fue a casa de mis padres, en Las Rozas, le pidió las llaves a la guardesa, subió al dormitorio, escribió unas cartas y se pegó un tiro. Los destinatarios de las cartas fueron su hermana Consuelo, sus padres y Zenobia.
La prensa de la época tituló la noticia como Una señorita se suicida en un hotelito en Las Rozas, Señorita muerta, Suicidio de una señorita Ha sido una cosa horrible, un disparate enorme. Esto ya es para toda la vida, comentó Juan Ramón. Hago esto -escribió la joven a sus padres- porque siento que nunca podré ser feliz. Así acabó una joven pasión amorosa que no fue correspondida.
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